4.1 Gestion De La Calidad

4.SISTEMAS DE CALIDAD
4.1 Gestión De La Calidad
Un sistema de Gestión de la Calidad (SGC) no es más que una seria de actividades coordinadas que se llevan a cabo sobre un conjunto de elementos para lograr la calidad de los productos o servicio que se ofrecen al cliente.                                                         
Sistema: Conjunto de elementos que relacionados entre sí ordenadamente contribuyen a determinar objetos.
Gestión: Es la acción o efecto de hacer actividades para el logro de un negocio o un deseo cualquiera.
De estas dos definiciones podemos concluir que un sistema de Gestión de la Calidad son actividades empresariales.
Entre los elementos de un sistema de Gestión de la Calidad, se encuentran los siguientes:
1.    Estructura Organizacional
2.    Planificación
3.    Recursos
4.    Procesos
5.    Procedimientos
La estructura organizacional es la jerarquía de funciones y responsabilidades que define una organización para lograr sus objetivos.
La planificación constituye al conjunto de actividades para poder alcanzar el logro de los objetivos.
El recurso es todo aquello que vamos a necesitar para poder alcanzar el logro de los objetivos.
Los procedimientos son las formas de llevar a cabo un proceso. Es el conjunto de pasos detallados que se deben realizar para poder transformar los elementos.
La planificación de la Calidad consta de los siguientes:
1.    Establecer el proyecto
2.    Identificar los clientes
3.    Identificar los requisitos
4.    Desarrollar el producto
5.    Desarrollar el proceso
6.    Desarrollar controles y enviar operaciones  
Como las organizaciones dependen de sus clientes, deben entender que las necesidades actuales y futuras del cliente, deben coincidir con los requisitos del cliente y deben intentar exceder sus expectativas.8​ Una organización logra obtener el enfoque hacia el cliente cuando todos sus empleados conocen sus clientes internos y externos, así también como los requisitos que deben satisfacer para cumplir con ambos tipos de clientes.9
La satisfacción del cliente es considerada objetivo de prioridad para la gestión de la calidad total. En primer lugar, basta con aprender a escuchar para poder comprender las necesidades y las expectativas del cliente y de esta forma poder llegar al consenso. En segundo lugar, basta con diferenciar claramente entre necesidades y expectativas.
Las empresas de servicios pretenden asegurarse de que sus clientes van a recibir servicios con una gran calidad. Por tal motivo, es muy importante que estas identifiquen las expectativas de los clientes. Pero existe una gran diferencia entre la calidad de los servicios y las de los productos, ya que la de los servicios es más difícil de definir y conceptuar. Por esta causa, es importante que el prestador de servicios defina y comunique con claridad las necesidades de los clientes, ya que es él, el que mantiene una relación directa con los clientes que compran o reciben el servicio.
En todo sistema de procesos, el fin es el mismo: satisfacer al cliente. Independientemente de sus peculiaridades y del tipo de empresa de que se trate, es recomendable someterse a la gestión de la calidad.
No obstante, es común buscar a todas las empresas la coherencia entre el sistema de gestión de calidad y la estructura organizacional de la empresa. Siempre, contando con el compromiso de la dirección de apoyar la política de calidad destinando los suficientes recursos para su gestión, dentro de una mejora constante.
El objetivo principal es la estandarización para así garantizar que el producto o servicio cumplimente los requisitos de calidad estipulados. O, lo que es lo mismo, llevar los procesos siempre al mismo resultado que, por lo general, busca la satisfacción del cliente o, aún mejor, sorprenderlo para así superar sus expectativas y fomentar su fidelización.
Gracias a la estandarización también se genera la sensación de confianza en el cliente. Tener la certidumbre de que un determinado producto o servicio va a ser como él espera fomenta la fidelidad y la recomendación que ésta lleva implícita.
Al hablar de calidad de servicio y satisfacción del cliente, se utilizan dos términos clave que interesa tener en cuenta: ƒ Servicio:
Cuando hablamos de servicio, no nos referimos solo al servicio básico (por ejemplo, el transporte puntual y sin daños en la mercancía) sino a otros múltiples servicios complementarios (información, seguimiento, facilidades de contratación o atención, etc.) que son los que pueden diferenciar a una oferta respecto de su competencia y aumentar la satisfacción del cliente en relación con el servicio recibido. ƒ Cliente:
Es el que recibe el servicio, permite la continuidad del negocio y determina el valor añadido del servicio que se le presta. Pero el cliente no es sólo el que contrata el servicio sino también su receptor último.
La primera comprobación es que, al hablar de calidad de servicio se está considerando algo más amplio que lo que podría ser un servicio básico, relativamente fácil de medir mediante unos indicadores objetivos. Por ejemplo, puntualidad a la entrega o recogida, número de paletas dañadas, paquetes extraviados, etc.


El principal problema en cualquier enfoque de calidad de servicio es determinar de qué manera se puede medir esta característica para que la organización que lo presta conozca si efectivamente el cliente está recibiendo el servicio que espera recibir y como podría mejorar este aspecto.
El enfoque al cliente obtiene un beneficio medible:
• Incrementa el número de clientes y con ello los beneficios económicos.
• Productividad del esfuerzo. Al estar correctamente dirigido y enfocado a datos fiables, los esfuerzos reciben la contraprestación debida.
• Perfecciona la fidelización de clientes. Los clientes confían en la empresa.

• Incremento liderazgo en el mercado. Consecuencia de todo lo anterior.

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